jueves, 29 de septiembre de 2011

Hoja de observación

Para recordar y analizar tus observaciones, rellena la siguiente hoja, detallando de la forma más completa posible lo observado. Pon especial cuidado en los detalles de tus dibujos y en los comentarios que conseideres necesarios para completar la información y calidad de tu observación.
hoja de observación

Prueba inicial

Guerra eterna. La religión, una vez omnipotente, ha ido retrocediendo ante el avance científico

El asalto, desnudo, muerte y quema de Hypatia de Alejandría (alrededor de 370-416) a manos de una turba de cristianos, ilustrada en la película Ágora, de Alejandro Amenábar, muestra la eterna constante en las relaciones entre religión y ciencia al menos hasta el siglo XX. En una especie de juego de suma cero, la historia enseña que cuando gana una, pierde la otra. El físico Stephen Hawking, con su próximo libro (The Grand Design), parece querer acabar la partida.

La muerte de la matemática seguidora de Platón y la destrucción de la Biblioteca ponen fin a la ciencia de tradición helenística. Se impone desde entonces una única verdad, la religiosa, con la que los científicos deben convivir. Desde el emperador Constantino, se produce un intenso monopolio por parte del poder religioso. De hecho, la filosofía y la ciencia (por entonces términos equivalentes) son asimilados por la religión. Los escasos avances científicos son obra de actores individuales, la práctica totalidad salidos de la esfera religiosa.

Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo sobre las causas reales de su caída, el filósofo y científico Roger Bacon supone, a ojos de muchos, la primera fisura en la monolítica irracionalidad de la Iglesia. Aunque había leído a Aristóteles, el único gran filósofo griego respetado por el cristianismo, Bacon apostó más por la experiencia que por las teorías. Defendía la experimentación como forma para conocer el mundo. De hecho, es considerado el precursor del método científico siglos antes que René Descartes. Con Bacon sucede algo habitual entre los científicos que erosionan la religión: son miembros de la Iglesia o, como Copérnico, tienen formación religiosa y la practican. "Pero es con el Renacimiento cuando surge una oposición sistemática al control del conocimiento. Es a partir de aquí cuando se inicia el retroceso de la religión y la progresiva recuperación de espacios por parte de la ciencia", explica el profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo, Alberto Hidalgo,Hidalgo recuerda que, al principio, el poder religioso intenta contemporizar. Así, cuando Copérnico, ferviente creyente, publica su De revolutionibus orbium coelestium (De las revoluciones de las esferas celestes) en 1543, Roma ni se inmuta. La obra, que inicia la revolución científica y es la base de la astronomía moderna, es un compendio de una vieja teoría que ya sostenían los antiguos griegos: es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés, como se empecinan en sostener los religiosos.
"La Iglesia nunca lo declaró herético, sólo era una teoría más", recuerda el astrónomo del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC Emilio García. Tuvo que llegar Galileo Galilei, otro ferviente creyente, para demostrarla en 1609 con el telescopio que había creado y, con ello, despertar la persecución religiosa. De hecho, es el siglo XVII, y no la Edad Media, la era de quema de científicos por herejes, como Giordano Bruno o Marco Antonio de DominisTras obligarle a retractarse, Galileo fue recluido de por vida y se le prohibió escribir. Al final de sus días, estudió el Sol (tanto que se quedó ciego de observarlo) hasta descubrir que ni siquiera el astro rey era inmutable.
Poco a poco, las verdades religiosas fueron cayendo. En su demolición, además de la astronomía, vino a ayudar la geología. "¿Cómo se puede explicar que aparezcan conchas de almejas en el monte Olimpo?". Esa pregunta intrigó a los geólogos de la Ilustración a principios del siglo XIX. La búsqueda de fósiles, que llegó a convertirse en moda, y el estudio de los cambios en la superficie terrestre arrojan a la basura las afirmaciones bíblicas sobre la edad de la Tierra y su inmutabilidad. La aparición de enormes restos de especies extinguidas acaba por hundir el Arca de Noé. En la Iglesia reculan, empiezan a rechazar la interpretación literal de la Biblia.
Pero el golpe de gracia lo da la biología. Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, de nuevo dos personas muy religiosas, aprovechan la acumulación de evidencias y la experiencia propia para postular la Teoría de la selección natural. Todas las especies, el hombre incluido, tienen un origen único y se han ido diferenciando a lo largo del tiempo por medio de cambios adaptativos. Darwin sufrió el escarnio y desprecio del poder religioso. Aunque ya no estaba de moda quemar científicos.
Es en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX cuando el poder religioso siente su verdad más amenazada. A la par que el evolucionismo, las ideologías políticas basadas en el materialismo merman la autoridad moral de la Iglesia sobre los hombres.
El golpe de la física
Desde que Newton, enésimo creyente, pusiera las bases de la física moderna, sosteniendo que las mismas leyes que rigen en la Tierra gobiernan el cosmos, la religión sólo ha recibido palos de los físicos. Con la trinidad formada en el siglo XX por la Teoría de la relatividad general de Einstein, la mecánica cuántica y las diferentes versiones de la Teoría de cuerdas, reformuladas ahora por Hawking en la Teoría M, el Universo ha dejado de ser uno y surgió de la nada. "Con las ideas sobre los multiversos, el proceso de destronamiento de la religión iniciado por Copérnico empieza a completarse.
La astronomía, geología, biología, física, pero también la medicina o la sociología han aportado sus palas para horadar el edificio religioso. La última es la neurociencia. La mayoría de las religiones apoyan la idea de un alma diferente de la materia. Pero se acumulan los experimentos que muestran cómo el amor, la moralidad, la espiritualidad tienen su base en procesos neuronales, en la materia, que no necesitan de un espíritu.

MIGUEL ÁNGEL CRIADO (Diario PUBLICO) 05/09/2010


Actividades sobre el texto anterior:
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